El último viaje de Wes Anderson


Un Showcase de Belgrano desierto en Viernes Santo fue el escenario más que propicio para reencontrarme con el cine del amigo Wes Anderson. Y digo propicio, perfecto, idóneo, por esa sensación de tristeza en el ambiente que genera la soledad de los espacios que suelen estar superpoblados, y que tan bien encajan con la cinematografía de Anderson.

Viaje a Darjeeling (The Darjeeling Limited), sexto trabajo como director de Anderson, luego de Bottle Rocket, Academia Rushmore, Los excéntricos Tenenbaum, Vida acuática y Hotel Chevalier (cortometraje que sirvió de prólogo para Viaje a Darjeeling y que lamentablemente aún no tuve oportunidad de ver).

La película aborda la historia de tres hermanos: Francis, Peter y Jack Whitman (Owen Wilson, Adrien Brody y Jason Schwartzman) que, tras la muerte de su padre, se lanzan a un viaje espiritual en tren por la India. Francis es el que organizó todo y anhela que el final del trip se corone con la visita a su madre (Anjelica Huston), que los abandonó hace años y ahora es monja en un monasterio cerca del Himalaya.

A pesar de que no llegué a ver todos sus filmes, siempre sentí que para disfrutar del cine de Anderson había que conectar de alguna manera con su universo personal. Y en esta entrega creo que ese requisito es más necesario que nunca.

Cine de autor por donde lo mires, sus películas tienen un estilo propio y suelen girar sobre los mismos temas: Las relaciones familiares y de pareja, donde los personajes transitan el ridículo y el absurdo, como simple metáfora de nuestros propios comportamientos.

En Viaje a Darjeeling puede verse a Wilson, Brody y Schwartzman desarrollar sus personajes con su habitual eficiencia. Se ven tan reales, a pesar de las excentricidades que siempre rodean los guiones de Anderson.

Tampoco se puede dejar pasar la brevísima interpretación de Bill Murray, que apenas aparece en un par de escenas, al principio y al final; y de Anjelica Huston, que interpreta un ratito a la madre de los hermanos, pero que tiene tanta fuerza en la pantalla que no importa cuánto dure su participación.

Mención aparte para las imágenes de la India, y ahí es cuando se aprecia también la maestría de este tipo y, vale aclararlo, de su director de Fotografía, Robert Yeoman. Hay un par de escenas que te quitan el aliento por su belleza, sobre todo, una de un funeral, todo registrado en slow motion, que me emocionó demasiado. ¡Te odio Anderson!

En definitiva, Viaje a Darjeeling no es la mejor película de este talentoso tejano, y nadie duda que Los excéntricos Tenenbaum y Vida acuática son superiores, pero es imposible pasarla mal en el cine a pesar de su lentitud y algunas líneas de diálogos verdaderamente exasperantes.

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