La pesadilla ambulante


Una de las características de las playas de Cartagena es la presencia de vendedores ambulantes. La verdad que es algo bastante bizarro. Te ofrecen de todo: Artesanías, comida, bebidas, ropa, lentes, souvenirs, masajes, viajes, fotos, chicas, drogas... Todo se consigue.

Los primeros días, hasta que comprendés el código del lugar, es complejo caminar por la playa sin que te vuelvan loco con todo tipo de ofrecimientos, aunque eso sí, siempre con la mejor onda.

Al final encontré un yeite infalible: Hay que evitar el contacto visual.

Pasaba esto: Alguien se acerca y ofrece su producto, y yo le digo gentilmente que no, que no estoy interesado, que gracias de todas maneras, etc, etc, etc. Ahí estaba el error. Hay que mantenerse razonablemente serio y mover levemente la cabeza en signo de negación, o directamente ignorarlos, como si no se entendiera el idioma.

La verdad que es horrible, esta onda no va conmigo, pero sino se complica bastante el paseo.

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