El gremio de la serpiente
Mi relación con Whitesnake es extraña. Nunca fui fan de la banda y, sin embargo, la vi tres veces en vivo. Todavía me pregunto por qué...
Supongo que la primera vez, en 1997, fue porque se estaba separando y Buenos Aires era la última fecha de la gira despedida. Creo que fue en Ferro y recuerdo muy bien que David Coverdale cantó a capela Soldier of Fortune. Era una noche agradable, y había una enorme y redonda luna en el cielo.
La segunda, creo que en el 2005, compartieron cartel con Judas Priest. Obviamente yo quería ver a la banda de Rob Halford, pero sometido a la insistencia de mis amigos Pelo (que sí es fan de la banda) y Pevol, llegamos más temprano para ver a la Serpiente Blanca.
Esta tercera (y vencida) vez sí que no tiene explicación. Pelo estaba decidido a ver el show, y bueno, saqué dos entradas por Internet. “Siempre es bueno ver a una estrella de la vieja escuela. Disfrutemos de una linda noche de rock n´roll”, pensé.
Whitesnake llegó al Luna Park para presentar Good to be Bad, su último disco. La versión 2008 de la banda incluye, además del propio Coverdale, al rubio Doug Aldrich en guitarra.
Y acá hago un paréntesis, aunque no descolgado: ¿Por qué Coverdale siempre elige guitarristas lindos y rubios? John Sykes, Adrian Vandenberg… y ahora este, que además es muy parecido a Randy Rhoads, el fallecido violero de Ozzy Osbourne. La verdad que me fastidia, es uno de los vicios de su etapa hair metal del que no logra despegarse.
En fin, retomo. La banda se completa con Reb Beach (guitarra), Uriah Duffy (bajo), Chris Frazier (batería) y Timothy Drury (teclados).
La flamante Best years abrió el show de un Luna lleno a medias (no hay que olvidar que fue la segunda noche y que es una fecha que se agregó a último momento). Le siguieron Fool for your loving, Bad Boys/Children of the Night, Can you hear the wind blow, Lay down your love, Love ain’t no stranger, Crying in the rain, Give me all your love, y Here I go again.
Coverdale es uno de los últimos frontmen del hard rock, pero sus casi 60 años le están pasando factura. Su oficio para hacer cantar a la gente y descansar, los largos pasajes instrumentales, el apoyo de los coros del resto de la banda y algunos efectos (no muchos, lo admito) que acompañan su voz, no alcanzan para disimular el deterioro de su garganta, que al quinto tema comenzó a fallar. Una pena, porque terminó el recital en muy malas condiciones.
¿Lo mejor de la noche? Still of the night y Burn/Stormbringer de Deep Purple, que cerraron el recital a todo trapo.
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2 comentarios:
Se lo pase a una fanatica....Le encanto y esta plenamente de acuerdo con vos...TU ANOMIMO CONOCIDO
Estuvo bueno!
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