David Lynch en la Viennale

La organización del Festival Internacional de Cine de Viena, más conocido como la Viennale, ha encargado su tráiler de esta edición al legendario cineasta David Lynch. Sin palabras...

Lou Reed & Metallica


I am a chorus of the voices
that gather up the magnets
set before me
I attract you and repel you
a science of the heart
and blood and meaning
The coldness of most beauties
is a challenge that our youth
must quickly conquer
There is no time for guilt
or second guessing, second guessing
based on feeling
I am the truth, the beauty
that causes you to cross
your sacred boundaries
I have no morals
some think me cheap
and someone who despises
the normalcy of heartbreak
the purity of love
But I worship the young
and just formed angel
Who sits upon the pin of lust
everything else
bores me
I want to see your suicide
I want to see you give it up
your life of reason
I want you on the floor
and in a coffin your soul shaking
I want to have you doubting
every meaning you’ve amassed
like a fortune
Oh throw it away
for worship someone
who actively despises you
for worship someone
who actively despises you
I am the root
I am the progress
Ii’m the aggressor
I am the tablet
These ten stories
Worship
Worship
Pain and evil have their place
sitting here beside me
I offer them to you as servants
of the gold that you must give
Pain and evil have their place
sitting here beside me
and I’ll offer them, I offer them to you
as servants of the gold
that you must give to me
I want to see your suicide
I want to see you give it up, give it up
your your life of reason
I want to see you on the floor
and in a coffin, soul shaking
soul shaking
I want to have you doubting
every meaning you’ve amassed
like a fortune, like a fortune
throw it away
For worship of someone who actively despises you
Who actively despises you

Insomnio+Antonioni+Yardbirds



Son las 3:30am. Noche de insomnio. Aprovecho para poner orden en la habitación donde es imposible caminar debido a tanta ropa y zapatillas por el piso. Mientras busco de rodillas esa zapatilla que me falta para completar el par, la TV (canal TCM) me muestra escenas de Blow-Up de Michelangelo Antonioni. De pronto, debo dejar de hacer lo que intentaba hacer: un riff de guitarra electrizante y genial me paraliza. Levanto la vista y me doy cuenta que los Yardbirds (con Jeff Beck y Jimmy Page!!) está tocando en la película. Sin avisar a este corazón ya maltrecho, Beck se da vuelta y comienza a aporrear la guitarra contra el amplificador, para luego patearla y pisarla (antes que Hendrix? quizás…). Por cosas como esta es que nunca me quiero ir a dormir...

Sorpresa y media

¿Cuánto tiempo hace que no escribo para este blog? Mucho. ¿Volveré a hacerlo? No sé, pero a veces está bueno romper el silencio cuando algo lo amerita.

¿Estamos hablando de la repentina muerte de Romina Yan? En absoluto. Más bien tiene que ver con el recital que acabo de presenciar a dos cuadras de mi casa.

Anoche volvía de mi curso de "Historia del Rock", con Alfredo Rosso y Fernando Pau, y me sorprendí al ver que la calle Freire estaba cortada, justo en la puerta de la radio Rock & Pop. Sin embargo, me olvidé del asunto rápido: tenía mis energías vitales focalizadas en una discusión telefónica con mi novia.

Pero esta mañana retomé el asunto. Me fui a la puerta de la Rock & Pop a indagar sobre el evento en ciernes.

“Toca Catupecu Machu por los 25 años (de la radio)”, me dijo de mala gana una mocosa, cuando le pregunté por segunda vez quién tocaba, ya que en la primera fue imposible entender su rudimentario lenguaje.

Así que rápidamente me dirigí a donde tenía que dirigirme (a la modista para arreglar unos pantalones, no seamos misteriosos) y volví presuroso para presenciar el show.

La banda de Fernando Ruiz Díaz revolucionó la calle Freire y se despachó con un recital enérgico, aunque con un poder sonoro limitado, lo cual está OK, teniendo en cuenta la hora y el lugar.

Bajo una molesta garúa, abrieron con Confusión, el primer corte de Simetría de Moebius, y siguieron con Óxido en el aire. Siguió Magia veneno y el momento de presentar a los invitados: Walas y El Tordo de Massacre subieron al escenario para hacer Plan B: Anhelo de satisfacción.

Para el último tramo quedó Y lo que quiero es que pises sin el suelo. Luego hubo una pseudo interrupción por “problemas técnicos”, excusa para que Mario Pergolini tome por asalto la batería, y juegue un poco con Ruiz Díaz, quien aportó un lúdico Billie Jean de Michael Jackson. El final llegó con Dale! y Blitzkrieg Bop de los Ramones.

El evento me alegró el día, para qué lo voy a negar...

La fotografía de Steve McCurry


Por primera vez en Argentina, el Centro Cultural Borges está presentando una cuidada de selección 110 obras del gran fotógrafo Steve McCurry.

Reconocido universalmente como uno de los mejores creadores de imagen actual, McCurry es el autor de la célebre fotografía “La niña afgana”, aparecida en la revista National Geographic en junio de 1985.

Sharbat Gula –este es el nombre de la niña– fue fotografiada cuando tenía 12 años, en el campamento de refugiados Nasir Bagh de Pakistán, durante la guerra contra la invasión soviética. Su foto, debido a la intensidad de sus ojos verdes, convirtió a la portada en una de las más famosas de la revista.

McCurry también cubrió gran cantidad de zonas de conflicto, incluyendo la guerra Irak-Irán, la desintegración de Yugoslavia, Beirut, Camboya, Filipinas, la Guerra del Golfo y China, además de la cobertura continua de la situación en Afganistán.

Recomiendo ampliamente esta exposición.

Historia olvidada


En los terrenos del Easy de Palermo (ahí donde Cerviño se cruza con Bullrich), justo al lado del Regimiento de Infantería 1 “Patricios”, agoniza un formidable edificio histórico.

Se trata del Pabellón del Servicio Postal, obra del arquitecto Virginio Colombo, que fue Medalla de Oro en la Exposición del Centenario de la Revolución de Mayo en 1910.

El pabellón se encuentra semioculto detrás del estacionamiento y obviamente inutilizado. Hoy se pudre entre camiones frigoríficos y cajones de Coca Cola mientras espera que alguien tome nota de su linaje.

La semana pasada estuve intentando sacar unas fotos desde la playa de estacionamiento y fui expulsado por un troglodita a cargo de la seguridad. Todo el episodio fue muy absurdo y extraño, teniendo en cuenta que es un edificio histórico (o sea, nuestro), y que la sede del home center (que término espantoso) se ubica en terrenos que supieron ser fiscales y que fueron donados misteriosamente a una corporación extranjera en los "Alegres 90s".

Yo hice la colimba en este lugar, cuando todo formaba parte de Guarnición Palermo, y uno de los puestos de guardia, Arsenales, estaba justo al lado de la misteriosa construcción.

Recuerdo que estar apostado de noche en esta posición era una verdadera tragedia. Completamente ignorantes de su historia, supimos bautizar “Castillo Grayskull” al edificio y más de uno aseguró haber visto fantasmas y escuchado voces en su interior.

Yo nunca vi ni escuche nada, pero sí admito haber sentido pavor cuando la luna llena recortaba la figura del castillo y la proyectaba sobre la bruma en aquellas frías madrugadas...

Escucho ofertas


Mi amigo Nico es, lo que se dice, un tipo “viajado” y su destino preferido, sin dudas, es Europa. En 1999, cuando se acercaba el fin del milenio, se escapó nuevamente al Viejo Continente, pero esta vez regresó con un obsequio: un afiche de la gira 3D de Psycho Circus de Kiss arrancado de las calles de Praga, capital de la República Checa.

Así como llegó, un agradecido inconsistente mandó a enmarcar este ítem y lo colgó en una de las paredes de su dormitorio. Y así se mantuvo por una década, soportó las quejas constantes de una pareja, y las miradas, mezcla de curiosidad y repulsión, de varias novias. Fue testigo de muchos momentos de alegría y otros tantos de tristeza inconmensurable.

Fue un mudo espectador de miles de instantes de mi vida, y resistió el paso del tiempo con estoicismo. Pero el viejo cuadro de Kiss no pudo con algo: el hastío de su dueño.

Un día me desperté y simplemente lo odié, me paré sobre la cama y lo saqué. Salvando las distancias, me sentí como Kirchner retirando el cuadro de Videla en el Colegio Militar, por lo solemne del momento. Me sentí bien. Ahora su antiguo lugar lo ocupa un póster de la Semana del Art Decó, que se realizó en Ocean Drive, Miami, entre el 19 y el 21 de enero del 2001.

Pero el cuadro de la gira 3D de Pyscho Circus sigue en casa. Por ahora, descansa detrás del televisor, pero no puede seguir por mucho más tiempo en este lugar; y me niego a enterrarlo en la casa de mis viejos, que se ha convertido en el cementerio de las cosas que ya no tienen espacio en mi departamento.

Quiero que alguien lo disfrute, tanto como lo hice yo durante diez años. Por eso, aficionados de Kiss, escucho ofertas. El cuadro mide 76cm de ancho x 96cm de alto...

Woody Allen


Siempre me jacto de ser un cinéfilo con conocimientos razonablemente amplios sobre el séptimo arte. Sin embargo, hay dos directores a los que me siento obligado a volver a visitar: Pedro Almodóvar y Woody Allen

El primero, porque siempre tuve muchos prejuicios y cierta homofobia hacia su filmografía; y el segundo, porque acabo de comprobar que había que contar con cierta maduración emocional e intelectual para disfrutarla, algo parecido a lo que me pasó en su momento con la lírica del tango.

Es un hecho: a pesar de haber hecho hasta un curso sobre Woody Allen, no estaba tan sumergido en sus trabajos como un cinéfilo que se precie de tal debería estar.

Para saldar mi deuda anoche vi Annie Hall, uno de sus filmes más representativos.

La cinta narra las desventuras de Alvie Singer, un cómico y guionista neoyorquino que enfrenta su cuarta década de vida, mientras descubre el amor de la joven Annie Hall, encarnada por Diane Keaton.

Debo confesar que, con mis 39 años y una personalidad bastante compleja, me sentí demasiado identificado con el personaje de Allen.

Me impactó una escena en particular: cuando Alvie y Annie hacen la fila para ver una película mientras mantienen una discusión sobre si prestar atención o no a los comentarios pseudos intelectuales de una persona que se encontraba en la misma fila.

Me vi reflejado en Alvie, diciendo las mismas cosas, y sufriendo por las mismas obsesiones y complejos. Me di cuenta que debo ser un denso insoportable y que, aunque en la pantalla la situación se torna risible, en la vida real debe ser patética.

Anoche no pude dormir. Annie Hall me pegó mucho.

Como buen obseso, ya encargué en Ed Sullivan las siguientes películas donde participa Woody Allen, ya sea como director, guionista o actor. Algunas ya las vi, pero creo que vale la pena reincidir:

Todo lo que siempre quiso saber sobre sexo…
Hannah y sus hermanas
Manhattan
Crímenes y pecados
Comedia sexual de una noche de verano
Robó, huyó y lo pescaron
Zelig
Historias de Nueva York
Bananas
Stardust Memories
Alice
Sombras y niebla
Broadway Danny Rose
Los secretos de Harry
El sueño de Cassandra
Misterioso asesinato en Manhattan
Casino Royale

Mondo Bizarro

Visto en Roque Pérez al 2600, justo detrás del Hospital Pirovano.

… hay gente que tiene demasiado tiempo libre, además de estar completamente alienada.

TiempoLibre+Limaje=MalGustoBizarro



Malocchio


El reciente post en el blog Desde Tel Aviv, un testimonio único, me hizo pensar en mi viejo.

Él tenía (o tiene, no volví a hablar del tema) la costumbre de aplicar el malocchio (cuernos con el dedo índice y el meñique) cuando detectaba mala onda, como una suerte de protección contra el mal de ojo. Nunca tuve mucho diálogo con él así que no tengo más detalles, sólo entiendo que es algo ancestral que viene de Italia, supersticiones de montañeses rústicos exportadas a tierras argentas en sus valijas rasposas.

Recuerdo que en la esquina de la casa de mis viejos en Palermo Viejo vivía el armenio Sarkis, un señor de grueso bigote dedicado al rubro textil. El hijo de Sarkis tenía la edad de mi papá y se conocían desde chicos.

Cada vez que se cruzaba con este sujeto, mi viejo hacía los cuernos, el famoso malocchio.

Intrigado, un día le pregunté por qué hacía este gesto tan extraño. Me dijo que el hijo de Sarkis, cuyo nombre no recuerdo, era un jettatore, es decir, un portador de la mala suerte.

Siguiendo la costumbre, durante muchos años repetí el rito al pasar cerca del jettatore, hasta que un día no me lo crucé más...

Capitán Améjica


Mi sobrino, con sólo tres años y medio, entiende mejor la realidad geopolítica mundial que muchos babiecas que andan opinando por ahí.

Bautizando “Capitán Améjica” al superhéroe anteriormente conocido como “Capitán América”, explicó en dos palabras la realidad del NAFTA y la integración económica que, para bien o para mal, existe entre EE UU y México.

Y el tío se mata de la risa con él…

Más lesiones


¿Viste cuando estás jugando al fútbol y vas en busca de la pelota y, al mismo tiempo, un tipo grandote también lo hace, y los dos chocan, pero como el tipo grandote es un sub-humano y está más armado que vos para la jugada, no le pasa nada; y vos, en cambio, volás por los aires y una milésima de segundo antes de caer pensás: “me rompió, el animal me rompió”?

¿Te pasó?

A mi sí. Fue el sábado a la tarde.

Terminé en una clínica haciéndome radiografías porque no podía, ni siquiera, apoyar el pie derecho. Al final no hubo fractura –todavía no entiendo cómo– pero tuve que ver Argentina – Brasil solo, tirado en la cama, pata para arriba, con mucho hielo en el pie y empastado a full con Dioxaflex 75.

También se me ocurrió la genial idea de pedirme una pizza y no me quedó otra que ir saltando porque apoyar era imposible. ¿Sabés lo que es ir saltando en un pie con una pizza en una mano y una cerveza en la otra? Además de ridículo y patético, digo…

Gracias al Heavy por arruinarme de nuevo, por lo menos esta vez no me quebró.

Ace está de vuelta


Esta foto del gran Ace Frehley es más para Mixtura inconsistente, pero está tan buena... tiene mucha fuerza. Es rock.

Microreflexiones: Nippur


En este momento vuelvo a sentir deseos de tener un perro, sólo para poder ponerle "Nippur".

Quizás algún día...

Matando nazis con Tuvia Bielski


Anoche vi una película muy interesante.

Se llama Desafío (Defiance) del desconocido Edward Zwick y protagonizada por el muy conocido Daniel Craig.

El protagonista de la saga de James Bond interpreta a Tuvia Bielski un judío bielorruso cuya familia fue exterminada por el ejército nazi durante la Segunda Guerra Mundial.

Bielski y sus hermanos deciden volverse partisanos y, aprovechando el impenetrable bosque lituano, salen a rescatar y defender a miles de judíos que huían de la persecución antisemita. Así construyen durante el crudo invierno ruso un campamento que terminó siendo conocido como "La Jerusalén de los bosques".

La película es fantástica, la recomiendo. Además, la historia es muy interesante y poco conocida, por lo menos para mí. Salvo por casos concretos, como la revuelta del Ghetto de Varsovia en 1943, donde los judíos se levantaron contra los nazis para evitar el aniquilamiento, no estaba al tanto de este tipo de acciones guerrilleras por parte de los judíos.

Pianista inconsistente


Trabajar en tu casa tiene muchos beneficios: manejas tus tiempos, los controles de tus superiores son muy laxos y no hay congestión de tránsito rumbo al trabajo, ni lluvia, frío o calor.

Pero tiene una única y gran desventaja: es una actividad increíblemente solitaria

A veces me siento como en una cápsula sin espacio ni tiempo, y en otras, me identifico con el protagonista de El pianista (The Pianist), de Roman Polanski, viendo la vida desde una ventana.

Y es muy triste...

Gatúbela para siete hermanos


Recién miraba la película Siete novias para siete hermanos (Seven Brides for Seven Brothers), un clásico de la comedia musical estadounidense de 1954, que sólo puede verse en un canal como TCM porque sería francamente imposible imaginarlo en otra señal.

La película, extremadamente naif, pero agradable para un domingo a la noche, transcurría lánguidamente en la pantalla hasta que un detalle me hizo dar un pequeño salto en la cama.

Me llamó mucho la atención una de las siete novias, quizás la más secundaria y con menos líneas de parlamento (la del fondo en la foto). Una morena alta y con un cuerpo espectacular que desentonaba entre las otras chicas, tan inocentes, frágiles e insulsas.

Tardé unos minutos en comprobar que Dorcas Gailen –este era el nombre de la novia– era nada menos que Julie Newmeyer, conocida pocos años después como Julie Newmar, la gatúbela más sexy (y popular) que tuvo la serie clásica Batman, filmada entre 1966 y 1968.

Me satisface comprobar que mi radar sigue en óptimo funcionamiento…

Cenando con Maracho en Rodney


Anoche me junté con mi amigo Maracho Silver Hyde en El bar de la calle Rodney, frente al paredón del cementerio de la Chacarita.

Hacía 14 años que no nos sentábamos en una mesa de este café y elegimos la misma que nos encontró tomando una cerveza helada una tarde de verano (¿era verano?) de 1995.

Hablamos de música, mujeres y cine, de nuestro pasado y nuestro presente, de la gente que despreciamos y de los pocos personajes que admiramos, y sólo por su obra, porque cuando abren la boca...

Es un gran tipo este Maracho. Me desperté el lunes con ganas de verlo y bastó un llamado para coordinar todo. Para las 9:30 de la noche ya estábamos cenando. En realidad, yo cenaba un peceto con papas y él picaba de mi plato con mi total autorización (a nadie le permito eso, sólo a Maracho).

También me trajo un encargo que le solicité días antes: las películas Viaje al séptimo planeta, THX 1138, Solaris, 2000 maníacos y Robinson Crusoe en Marte. Faltaron Robot Monster, The Texas Chainsaw Massacre y Destination Moon, que serán una excelente excusa para un futuro (cercano) encuentro.

Cruzarme con Maracho me cambió la semana…

¿A vos qué o quién te cambió la semana?

Galería nocturna

Usted duerme plácidamente. Está soñando con algo relacionado con manejar un auto a gran velocidad y las suaves piernas de una mujer.

De pronto, una serie de golpes monocordes interrumpen su merecido descanso. Son las 7:00am, un territorio inexplorado para El inconsistente.

Se levanta a los tumbos con la ciega misión de detectar el origen de este importuno. Como murciélago en su cueva llega con convicción hasta la ventana de sus aposentos.

“Ahí está, viene de afuera”, exclama triunfante.

Se asoma por la ventana. El viento del frío retazo austral golpea su cara, su cuerpo aún tibio, pero usted necesita saber, exige certezas.

Y ahí lo ve, a pocos metros. Horrorosa imagen que perturbará las sombras para el resto de su existencia…


Sé que Edgar Allan Poe seguro habrá escrito El tonel de amontillado basándose en algún episodio cotidiano de este calibre.

Yo sólo pude escribir esto.

Ahora quiero ser tu perro

Iggy Pop… uno de los pocos músicos que todavía logran impactarme. ¿Mi solista preferido? Sí claro, por lejos. Salvando las distancias, también amo a Tom Waits y Leonard Cohen, lo que no me sorprende porque el último disco de la Iguana (Préliminaires) tiene mucho que tributarle a estos grandes. Así que el círculo cierra… ¿me entendés? ¿Cuántas veces lo vi en vivo? No puedo precisarlo. Estoy seguro que no fue en su primera visita en agosto de 1988, un show recordado como uno de los mejores que se haya visto por estas latitudes. Sí es indudable que asistí a su recital de 1992 en el estadio Obras. Recuerdo cuánto me sorprendió su performance, su entrega. Hasta recuerdo cómo jugaba con un micrófono que terminó golpeando su boca (¿o era su nariz, o su frente?) y que cantó sangrando hasta el final. Al año siguiente dio un exclusivo recital en el mítico Prix D´ami de la calle Monroe (Monrow, como decía mi ex). También evoco mi mal humor esa noche porque no podía pagar una exorbitante entrada de US$100. En 1996 volvió para la despedida de los Ramones en River. Y claro: estuve ahí. Gran noche, aunque se me vuelve nebulosa por momentos. En fin, tengo mis motivos. Toda esa relación con Argentina, todo ese romance con un público que respondía apasionado a tanta locura, le dejó hasta una novia argenta a la que terminó dedicándole dos temas en su disco Avenue B (Miss Argentina y Nazi Girlfriend). Pasaron los años y, cuando parecía que nunca más lo vería en esta parte del planeta, se bajó hasta el Club Ciudad, el 22 de septiembre del 2006, para ser cabeza de cartel del Pepsi Music, esta vez liderando el renacimiento de los Stooges, y nada menos que frente a 15 mil almas, entre las que se encontraba la mía. ¿Por qué este homenaje a Iggy Pop? Bueno, anoche veía el programa Zane Meets U2 en Vh1, y me sorprendí con las declaraciones de Bono cuando remarcó las virtudes como compositor de Iggy Pop –algo que vengo sosteniendo hace años cuando digo que está subvalorado– llegando a decir que la Iguana era nada menos que “su héroe” (mirá vos, Bono). Desde anoche que no puedo sacarme de la cabeza a Iggy. Tengo ganas de verlo de nuevo. Y más después de ver este video.

Patinando por un pedo



En los años 80 había unas 20 pistas de patinaje sobre hielo en Capital Federal y una quincena en el conurbano bonaerense.

Pero para fines de la década, el negocio llegaba a su término, en parte por los efectos de la hiperinflación y los cortes de luz programados, y también porque simplemente se agotó la moda, tal como ocurrió en su momento con las canchas de paddle, los parripollos y los videoclubes.

Una de las pistas que explotó en los 80s, más concretamente en 1987, fue My Way. Recuerdo haber concurrido a este establecimiento a darme unos porrazos durante ese mismo año. Recuerdo que lucía mi flamante campera de jean Lee con corderito, y mis zapatillas Pony blancas. Tenía 16 años.

Increíblemente este lugar sigue en (decadente) funcionamiento, como detenido en el tiempo, con la misma ambientación de 1987. Esto lo comprobamos asombrados el sábado pasado, durante el cumpleaños 36 ½ de Merengadas (sí, 36 ½, ella es tan cool que festeja cada seis meses).

La amiga decidió pedir unas pizzas en su casa, para luego partir a My Way (Cabildo y Dorrego) para patinar durante la hora más larga de mi vida: aunque me reí muchísimo, tenía tanto miedo de caerme y romperme un hueso que patiné como petrificado. Además, esta actividad cansa y mucho, quedé KO.

Por fortuna, después vino el ansiado premio: torta y champagne en casa de Demóstenes.

Ahora se vienen más aventuras: Paintball, kartings, montañas rusas, paracadismo, bungee jumping y quién sabe qué más…

¿Y vos estás planificando alguna salida “poco convencional”?

Baldosa


Me impresionan mucho estas baldosas que hay en mi barrio, Colegiales. Hacía tiempo que tenía ganas de registrarlas para el blog, así que hoy saqué la cámara y me fui a caminar un rato con la (auto)excusa de comprar comida…

¿Viste alguna en tu barrio?

Las Humor del tío Jorge


La muerte de Andrés Cascioli, creador de las revistas Humor, El periodista y Fierro, me impactó, me pegó mal.

Todavía conservo varios ejemplares de fines de los 70s y principios de los 80s. Eran de mi tío Jorge, intelectual de izquierda (el único, en una familia de gente simple y laburante).

El tío las leía y cuando terminaba con ellas simplemente las tiraba en un piletón en desuso en la casa de mi abuela en Núñez.

... Atrás iba yo y las rescataba. Con apenas 9 o 10 años, pero ya voraz en la lectura, tuve mi primer acercamiento a este exponente de la contracultura nacional.

Muchas notas no las entendía todavía, pero recuerdo vívidamente los artículos de Alejandro Dolina, José Pablo Feinmann, Pacho O´Donnell y Gloria Guerrero, las entrevistas de Mona Moncalvillo, las tiras de Alfredo Grondona White, "Las puertitas del Señor López" de Trillo y Altuna, "La vida interior" de Tabaré y "Boggie el Aceitoso" de Fontanarrosa, entre otros.

Mi tío ya no está, pero las revistas quedan. Tendría que volver a repasarlas para hacer más memoria. Andan por ahí, juro que las tengo. Esta noche las voy a rastrear.

¿Vos tenés alguna historia con Humor, El periodista y Fierro?

Una viuda orgullosa


Un día como hoy (18 de junio), pero hace 26 años, Kiss se presentaba ante 137 mil personas en el estadio Maracaná de Río de Janerio, Brasil, en lo que fue la audiencia más grande registrada hasta el día de hoy por la banda.

Este recital fue el primero de una mini gira por Brasil (tocaría luego en Belo Horizonte el 21 y en São Paulo el 25) que terminaron siendo las últimas presentaciones de Kiss con maquillaje hasta la Gira Reunión de 1996.

En realidad, iba a ser Buenos Aires la que contaría con este “honor”, ya que la banda tenía pactadas tres fechas en la Bombonera para el 19, 20 y 21 de agosto. Pero a cinco días del recital se anunció su postergación por "inconvenientes técnicos", aunque el verdadero motivo fue el accionar de un ignoto comando bautizado “2 de abril” que amenazó con volar el estadio de Boca Juniors si esos "salvajes y depravados" actuaban allí. Poco después, el show se canceló definitivamente y nadie recuperó el dinero de la entrada.

El primer show sin maquillaje fue pocos meses después: el 11 de octubre del mismo año en el Cascais Hall de Lisboa, Portugal, en la gira presentación del exitoso disco Lick it Up.

A pesar que Kiss no atravesaba por su mejor momento, y había perdido a dos de sus integrantes originales (Ace Frehley y Peter Criss), la banda sonaba demoledora gracias a la incorporación del contundente baterista Eric Carr y del genial guitarrista Vinnie Vincent que aportaron un sonido mucho más moderno y metalero.

En lo personal, adoro esta etapa del 10º aniversario, que coincide con el disco Creatures of the Night. El fragmento en vivo pertenece al tema War Machine, registrado durante el show de Río de Janeiro por las cámaras de TV Globo.

A veces me siento como Badía con los Beatles, pero por favor vean a esta aplanadora. Soy una viuda orgullosa y tengo motivos para estarlo...

Zombis nazis


Quiero recomendar una película que bajé anoche y que dudo que llegue a estas playas, aunque quién sabe, quizás algún distribuidor intrépido se anime...

Se trata de Død Snø (Dead Snow), un largometraje noruego sobre zombis nazis que se levantan de sus tumbas para aterrorizar a un grupo de estudiantes de medicina que tuvieron la fantástica idea de pasar sus vacaciones en una cabaña en las montañas nevadas de este extraño país, a cientos de kilómetros de cualquier parte... y claro: sin celular.

El filme de Tommy Wirkola es una cruza entre La noche de los muertos vivos y Martes 13. Bien gore, con mucho humor y una banda de sonido estupenda.

Bájenla acá, se van a divertir.

Acá el trailer

Los Tigres Voladores



Los Tigres Voladores (Baa, Baa Black Sheep) fue una serie de televisión basada en la novela homónima del mayor Gregory "Pappy" Boyington, que se sumergía en las vivencias de un escuadrón de pilotos que acarreaban cortes marciales por cargos de indisciplina, desobediencia, beber en servicio, etc.

Este grupo de inadaptados –al comando de sus Chance Vought F4-U Corsair– se convertiría en uno de los mejores escuadrones de combate durante la Segunda Guerra Mundial derribando Zeros japoneses a diestra y siniestra.

La serie se transmitió entre 1976 y 1978. El papel de Pappy Boyington fue interpretado por el enorme Robert Conrad, también conocido por su protagónico en otra serie clásica. Jim West (Wild Wild West) de 1965.

Ah, y era una de mis series favoritas. Me encantaba imitar la secuencia inicial de los títulos y me sabía de memoria los movimientos de cada uno de los pilotos y en qué preciso momento quedaban congelados.

Hoy me levanté pensando en Los Tigres Voladores. No sé por qué...

Conformista cagón


El punk no ha muerto, pero merecería morir cuando lo vemos convertirse en otra caricatura rancia.
Un club social de mentes cerradas y egolatría donde no son las ideas lo que cuenta sino a quién conoces.
Si la música se ha vuelto aburrida la culpa es de los tipos que quieren que todos suenen igual, los que echan a la gente lúcida de nuestro llamado "movimiento" hasta que lo único que queda es una moda sin sentido.
Las fórmulas fijas del hardcore son mierda de perro, lo real es el cambio y el preocuparse por lo que pasa.
Habría que preguntarse ¿es esto una actitud mental o tan sólo otra etiqueta más?

Lo que era alegría y esperanza en una alternativa se ha transformado en su propio cliché.
Un peinado no es un estilo de vida ¡Imagínate a Sid Vicious a los 35 años!
¿Quién necesita un movimiento si tememos amar y sentir?
Juzgándolo todo con la vara que sea fuerte y al mango
"¿Quién tocó anoche?" "No se, me olvidé, pero tirarse desde el escenario fue muy divertido".

Tan ansioso de satisfacer las reglas que te imponen tus pares, cometiendo los mismos viejos errores una y otra vez

¡Conformista cagón, igual que tus viejos!

Lo que nos ha destrozado, aún más que las drogas, son los ladrones y los malditos mentirosos que le roban a la gente lo que se supone que compartían.
Y cuando alguien cae en desgracia, ¿le queda acaso algún amigo?
Yo soy mas hardcore que vos, por un año o dos, después es hora de conseguir un buen trabajo.
Otros se quedan en casa, no es divertido salir cuando los recitales están llenos de bandas y matones.

Cuando los matones forman bandas, fíjate a quién contratan las grabadoras.
Los sellos metaleros de Nueva York revolviendo la basura contratan las bandas mas racistas y prejuiciosas que pueden hallar para hacer dólares azuzando a los chicos a la guerra.
Camina a lo grande, actúa a lo pequeño.
Solo sé tan duro como te permita tu banda.
La unidad se va al carajo cuando se produce bajo la bota de alguien.

¿Dónde está la causa común?

Hay demasiadas facciones, todas poniendo cara de fastidio desde la protección de sus corazas.
"Ponte de acuerdo con nosotros en todo o no daremos ni una mano", ese tipo de actitud es la que agranda la brecha.
Adivina quién se reirá cuando el mundo estalle viendo que somos todos bebés llorones que sólo sabemos pelearnos entre nosotros.

Tan ansioso por satisfacer las reglas que te imponen tus pares cometiendo los mismos viejos errores una y otra vez.

¡Conformista cagón, igual que tus viejos!

Ha vuelto esa actitud flatulenta hacia el rock.
"Hay que competir, loco, tenemos que hacerla en grande"
¿Quién necesita amigos cuando la plata es buena?
Así es: los 70 han vuelto.
El rock metálico-fálico es como un mal laxante y no me impresiona, ¿sabes?
La música esta OK cuando hay más ideas que solos
¿Acaso necesitamos realmente toda esa pose?
Siempre cambiando de piel demasiado rápido, como fan eso me desilusiona.
Las mismas estúpidas letras macho-chauvinistas
¿Hablar de Satán es lo único que se les ocurre?

"Fusión" es sólo otra manera de decir "ausencia de ideas".
Quizás lo que necesitemos sea volver a cantar bajo el puente.
Los metaleros ¿aprenderán algo?
Los punks ¿renegarán de su educación?
Nadie puede evolucionar cuando se empieza a creer su propio verso.
"Madurar" no significa recrear los errores del pasado.
Cuanto más grandes los cambios más las cosas siguen igual.
No podemos crecer si no hacemos una autocrítica.

Los 60 no fueron un fracaso total.
Fueron los 70 los que apestaron.
Mientras pasa el tiempo seguimos cavando en el mismo agujero.
La escena musical no es la vida real.
No van a prohibir la bomba.
Ni van a eliminar las violaciones.
Ni van a tirar abajo los bancos.
Cualquier tipo de cambio real llevará más tiempo y más trabajo que cambiar canales en un aparato de TV.
Entonces ¿por qué estamos tan ansiosos de satisfacer los dictados con que nos presionan nuestros pares?
¿Para volver a cometer los mismos viejos errores una y otra vez?

¡Conformista cagón, igual que tus viejos!

Chickenshit Conformist
Del album Bedtime For Democracy de Dead Kennedys

Mark Hamill lo recomienda: Mixtura inconsistente


Hola, soy Mark Hamill. Quizás me recuerden por películas como La guerra de las galaxias, El regreso del Jedi y El imperio contraataca. Hoy, sobrevivo asistiendo a convenciones de ciencia ficción y firmando autógrafos para un hato de descerebrados dispuestos a pagar US$100 por un garabato de mi zurda temblorosa…

En esta oportunidad quiero introducirlos en el maravilloso mundo de Mixtura inconsistente. Un tumblelog donde el demente autor de esta bitácora vuelca las imágenes que le gustan y/o impactan.

A disfrutar se ha dicho.

Concurso inconsistente

Adiviná qué está tratando de vender esta publicidad japonesa con el actual gobernador de California, Arnold Schwarzenegger, y ganáte una botella de vino autografiada por El inconsistente.

¿Qué más querés para ser feliz?

Crónicas de viaje: Tiroleses en Las Vegas


En Las Vegas hay de todo, claro. Incluso un pintoresco restaurante alemán, donde se puede disfrutar de sabrosas comidas (nunca imaginé que unas simples salchichas con puré podrían ser tan exquisitas), beber cerveza artesanal importada de alta graduación alcohólica, y escuchar música directa desde Alemania. Todo en una atmósfera bávara bastante auténtica, aunque reconozco que esto es relativo porque jamás visité Germania y no podría asegurar que tan genuino es todo este circo.

El sitio se llama Hofbräuhaus y parece que es bastante popular por la cantidad de comensales presentes. Como ya dije, la comida parece buena, la cerveza… bueno, es un restaurante alemán, y el público la pasa bien, aunque hay cosas que me resultan incompresibles, como que en el medio del show, la banda de turno se ponga a ejecutar el himno de EE UU y todos los presentes –en su mayoría ebrios– se pongan de pie y lo canten con todo su pecho henchido de orgullo.

Como detalle de color me pareció gracioso como algunas camareras –vestidas con trajes tradicionales, obviamente– pasan por las mesas masculinas (imaginen la escena: gringos, gordos, borrachos y ruidosos) para aplicarles un ruidoso spanking en la cola a cada uno de los integrantes. Parece que les encanta, y las chicas pegan duro con la tablita.

También toca una banda austríaca llamada Trenkwalder, que interpreta canciones tradicionales germanas, aunque con una actitud bastante rockera. Los tipos suenan bien y son divertidos. Además, interactúan mucho con la gente, tocan las canciones que les piden y hacen todo un show con unos cencerros enormes y un alphorn (cuerno alpino).

De pronto, la banda para de tocar y el cantante exclama Zike Zake Zike Zake Hoi Hoi Hoi, mientras que todo el mundo hace fondo blanco de lo que esté tomando (el 99,96% cerveza). Les cuento que al tercer Zike Zake Zike Zake Hoi Hoi Hoi tuve que salir gateando del establecimiento.

Si querés ver este jueguito del Zike Zake, además de visitar YouTube, podés sintonizar The Man Show por el canal FX (creo que todavía lo emiten). En el momento final del programa, todos están con su cerveza en mano (público y conductores) y, a modo de despedida, se entona el cántico de batalla para inmediatamente clavarse la birra hasta el fondo. Hermoso.

Viva Las Vegas (el regreso)


Se preguntarán por qué hace rato que no escribo. Bueno, tengo una excusa perfecta y no es verso: Estoy trabajando de nuevo en la ciudad de Las Vegas, Nevada. Sí, eso es en EE UU.

Tengo muchísimo trabajo, ayer me pasé horas en la sala de prensa del centro de convenciones, pero de vez en cuando puedo concurrir a algún evento e incluso escribir algunas líneas para mi bitácora.

Por ejemplo, anoche estuve en una fiesta en el Hard Rock Hotel donde tocó A. R. Rahman, músico que ganó el Oscar por la banda de sonido de Slumdog Millionaire. Su música me aburrió en vivo, pero el evento fue cool, muy primer mundo.

Hace unos días fui a un outlet donde conseguí jeans por US$12 y un buzo de Vans alucinante por sólo US$15. Hay rebajas por todos lados, la crisis pegó fuerte y los yanquis no entienden nada de lo que está pasando. Puro pánico.

Está de moda que las minas anden en tanga y tacos por los hoteles, los casinos y la calle. Es una locura visual. Mucha silicona, mucha rubia borracha, pero la vista es agradable.

Como siempre, el porcentaje de obesos es altísimo y hay poca oferta de comidas sanas y low fat.

Ayer llevamos en el auto a un australiano que se tiró por lo menos dos pedos grossos, de esos que no emiten sonido, pero te derriten las fosas nasales. No lo podía creer, un verdadero asco. Y ese acento… por ejemplo, en vez de pronunciar "greit" (great) dicen "grait"… no se les entiende un carajo.

Desde que llegué me topé con, por lo menos, cuatro operativos policiales, igual que en las películas: Auto detenido-cana se detiene atrás-baja con la mano en el revólver (sin sacarlo)-se acerca a la ventana el conductor, etc. etc. etc.

Todo (TODO) está limpio, prolijo y en orden. La mayoría de los negocios se parecen y es imposible distinguir una farmacia de una tienda de ropa. El tránsito es muy ordenado y aburrido, nadie se adelanta ni se cruza, ni sobrepasa el límite de velocidad aunque esté apuradísimo. Creo que si me dejan al volante hago desastres...

Nunca vi tantos Homeros Simpson y Tommys Lee juntos...

La cerveza es buena, el vino es malo.

Ah, y estoy laburando demasiado. Duermo poco…

Acero inoxidable


Soy de los que se deprimen los domingos. ¿Por qué? No viene al caso, pero la buena noticia es que nunca me quedo en la depresión y trato de buscar actividades para quebrar esa nostalgia rara que me embarga en esos días. Yo les llamo “antidomingos”, aunque no creo que esté inventando la pólvora con el término.

Algo parecido me pasó el viernes santo… ¿y cuál fue el “antiviernes santo” elegido para la ocasión? Ver a Motorhead en el microestadio de Argentinos Juniors. Mejor imposible.

"We are Motorhead, and we play rock and roll". Así arrancó el show del grupo más punk del metal. Porque, que me perdonen los metaleros, pero a pesar de que las raíces de la banda pasan por el rock de los 50 y 60, y el blues, Motorhead tiene un alto componente punk, tanto en la actitud, como en la manera de ejecutar estas influencias.

La clave es la manera en que se aceleran las canciones y la forma de tocar de Lemmy Kilmister, de 64 años. El veterano bajista rasga su bajo Rickenbaker como si fuera una guitarra y lo distorsiona al máximo, dándole a la banda ese sonido tan característico que te permite reconocerla de inmediato en cualquier parte.

Claro que esto es un trío, y un bajo poderoso no alcanza. El otro engranaje fundamental de la banda inglesa es esa pared humana llamada Mikkey Dee que le pega a los parches como ningún terrícola puede hacerlo. Sólo una vez me crucé con un baterista que toque de esta manera… y fue hace dos años, en la anterior visita de Motorhead. Créanme: vi muchas bandas en mi vida, pero animales como este no abundan.

Generando una sensación inversamente proporcional a Mikkey Dee, se encuentra el insoportable Phil Campbell en la guitarra. Perdón, es que no lo tolero: toca demasiado alto y agudo, no me va su estilo y hasta me molesta cómo camina por el escenario rumiando su chicle.

Con respecto al show, me resultó toda una paradoja que hace justo una semana vimos a Kiss y toda su parafernalia en River, y este viernes nos topamos con un evento absolutamente despojado de efectos, rústico en todo sentido. ¿Pero hacía falta algo más que música? La verdad que no y estuvo bien que así sea. Fue puro “palo y a la bolsa”, como dice mi amigo el Heavy, que me acompañó con su hijo Juan en esta ocasión.

Los mejores momentos en mi opinión fueron el arranque con Iron Fist y Stay Clean, luego con Another Perfect Day, también el solo de batería de Mikkey Dee, el set acústico y blusero con Whorehouse Blues, y el final con Ace of Spades y Overkill.

No soy un fan consumado de Motorhead y, de hecho, en varios pasajes del show me pregunté por qué no habré invertido el dinero de la entrada en ver a Radiohead en el Quilmes Rock. Sin embargo, y a pesar de no conocer todos los temas, la pasé bien, incluso con tanto malandra y marginal en los aledaños del recinto.

Luego de tanto heavy metal (o rock como lo llama Lemmy... ¿que hará Oasis entonces?) y con los oídos todavía zumbando, nos dirigimos a Petaca´s para ver como Newell's le empataba a Tigre sobre el final del partido, mientras degustábamos una sabrosa pizza.

Como ven, no nos privamos de nada...

Super reseña: Kiss en Argentina


Tardé mucho en escribir esta reseña. La falta de tiempo es un motivo, pero no el único. También necesitaba madurar algunas ideas en mi cabeza, analizar las opiniones de propios y extraños, y leer lo que escribieron los medios masivos y especializados, y también algunos blogs como el del siempre lúcido Mike de Kissteria. Necesitaba todo eso y, como esta bitácora no está presionada por urgencias periodísticas, pude darme ese lujo.

Los que me conocen saben que Kiss es mi banda preferida. No es la mejor, ni la más cool, ni la más moderna, es simplemente la que me cautivó para siempre siendo muy pequeño. Mucho antes de entender el significado de la palabra “rebeldía”, Kiss fue una tabla salvadora entre tanta música desechable en este país: mientras el mundo se sumergía de lleno en la new wave y el post punk, en Argentina los artistas del momento eran Raffaella Carrá, Richard Clayderman, Village People y los Bee Gees con su Fiebre de sábado por la noche. En este microclima a contramano del mundo, la música y la estética de los cuatro neoyorkinos era mal vista por las figuras de autoridad y considerada un perjuicio para la juventud, condimentos extras que terminaron de capturar a un pequeño y solitario Inconsistente de tan sólo ocho años.

Con este background llegué el sábado a River para presenciar el tan ansiado recital de Kiss en Argentina luego de diez años de ausencia. No supe nada de las bandas teloneras, sólo presencié los minutos finales de un potente set de los Ratones Paranoicos. Luego supe que hubo cierto mal humor del poco carismático Germán Daffunchio de Las Pelotas, que tuvo que lidiar con la incomprensión de una Kiss Army poco interesada en su música.

Welcome to the show

All right Buenos Aires. You wanted the best, you got the best, the hottest band in the world: ¡Kiss! La ya clásica frase de batalla fue el preludio de un show histórico, con todo lo bueno y lo malo que esto implica.

El set list estuvo compuesto en su mayor parte por temas del antológico disco en vivo Alive de 1975, arrancando con Deuce, siguiendo con Stutter, Got to Choose, Hotter Than Hell, Nothin´ to Lose, C´mon and Love Me, Parasite, She, Watchin´ You, 100.000 Years, Cold Gin, Let Me Go, Rock n´ Roll, Black Diamond, y terminando en forma absolutamente festiva con Rock and Roll all Nite. De este disco sólo hubo dos ausencias: Rock Bottom y Firehouse, este último, verdadero clásico de la banda que siempre fue ejecutado en vivo y donde Gene Simmons hacía su tradicional acto lanzallamas, llevado a cabo esta vez al final de Hotter Than Hell.

Salvo por Rock and Roll all Nite, me atrevería a decir que esta primera parte con pocos hits fue sólo para entendidos. No digo que no haya sido disfrutada por el público masivo, sino que fue como una máquina del tiempo para los fans, los que en su gran mayoría tenemos a este disco como uno de los trabajos más representativos de la banda.

Le siguieron los bises con Shout it out Loud, Lick it Up, I Love it Loud, I Was Made Lovin´ You, Love Gun y Detroit Rock City, ahora sí, con un público totalmente enfervorizado, que cantó y aulló con cada una de las canciones.

Como balance me quedo con una sensación: Kiss está pasando por un buen momento. La banda suena bien, sin fisuras, compacta, y eso se nota en el buen humor de los músicos, algo que faltó en la última visita donde las tensiones grupales eran más que notorias.

A nivel individualidades, quiero empezar por el guitarrista Tommy Thayer, el tipo al que le toca estar nada menos que en los zapatos de Ace Frehley en su rol de Spaceman. Coincido con Mike en que no cuenta con el carisma que tenía Ace, pero creo que sabe suplir esa falencia con una ejecución impecable de todo el repertorio. Thayer toca igual que Frehley, pero sin sus tradicionales pifies en vivo (para el que no lo sabe, es fan absoluto de Kiss y Ace Frehley es su ídolo, por lo que está viviendo el “sueño del pibe” a los 49 años). Además, está sobrio, no da problemas y es un empleado obediente, algo que Gene Simmons jamás pudo lograr con Ace. Y esto que voy a decir es una blasfemia, pero no me importa: luego de ver la lamentable performance de Frehley en su última visita a Buenos Aires, prefiero que su lugar sea ocupado por el bueno de Tommy. Lo siento.

La batería y el papel de Catman corren por cuenta de Eric Singer, pero bajo una realidad totalmente diferente. Singer lleva el maquillaje de Peter Criss y canta en Nothin´ to Lose y Black Diamond, pero las semejanzas se terminan ahí. El baterista, que ya estuvo en Kiss en su etapa del disco Revenge, así como en otras bandas como Black Sabbath o Alice Cooper, tiene un estilo propio que poco y nada tiene que ver con la onda jazzera de Criss. Sin embargo, la banda sale ganando con esta diferencia, y tal como ocurre con Thayer, su desempeño es muy superior a la etapa final de su antecesor, al que todos amamos, pero tenemos que admitir que va derecho al retiro. Lo siento otra vez.

El bajista Gene Simmons me dejó una sensación extraña: no lo noté conectado 100% con el recital. Estaba ahí, pero no estaba entregado, o por lo menos no tanto como el resto o como solía estarlo antaño. De todas maneras, su carisma es demoledor y su presencia avasallante, por lo que cautivó completamente al público que festejó cada una de sus apariciones, incluso en el momento en que quedó a mitad de camino, colgando a metros del suelo, cuando se suponía que debía elevarse hasta una plataforma en lo más alto del escenario para terminar de cantar luego de su acto de vomitar sangre.

Para los que conocemos la historia de la banda, esta situación con Simmons es casi un deja vu. No es la primera vez que se entrega en forma regulada debido a sus actividades extra musicales. En el pasado, por su fallida carrera cinematográfica, y en la actualidad, por sus negocios y realities de dudosa calidad.

La verdadera estrella del show fue Paul Stanley. El vocalista y guitarrista se calzó al hombro la banda, y hoy por hoy es su corazón y motor creativo. Fue suya la decisión de volver a los estudios para grabar luego de una década –a pesar de la negativa de Simmons, enojado con los fans que descargan música de Internet– y también fue quien decidió producir el disco, tal como ocurrió en los 80, cuando Simmons estaba ocupado filmando bodrios clase B en Hollywood.

A pesar de abusar de ciertos clichés, como las lamentables y repetidas frases en español “esta noche es la noche” y “no hablo el español muy bien pero comprendo sus sentimientos y sus corazones, y mi corazón es suyo”, lo de este tipo fue notable, demostrando nuevamente por qué es uno de los front man más grandes de la historia del rock. ¿Qué hoy por hoy se parece más al Marcel Marceau de la vejez que al Paul Stanley de la juventud? Es cierto, pero no parece haberse dado cuenta o no parece importarle, y la verdad que a mi tampoco.

En definitiva, Kiss dio un show de los que se ven poco y nada en esta parte del mundo. El sonido fue casi perfecto –hubiera deseado más volumen– y la puesta en escena despampanante, como debe ser en cualquier recital de la banda. Si me pongo quisquilloso, sólo puedo achacarles algo: tanta prolijidad y pasteurización. En los videos de los años 70 se los veía tan salvajes… Me encantaba que Stanley se quedara sin aire de tanto saltar y tuviera que saltear una estrofa; que Peter Criss terminara revoleando su batería al final de Black Diamond, como ocurrió en el programa Midnight Special de 1975; o que Simmons convirtiera su solo de bajo y vómito de sangre en una salvajada visual nunca vista.

Extraño ese salvajismo de antaño, esa aura peligrosa y prohibida que sabían potenciar como nadie. Pero habrá que resignarse: supongo que todos estamos envejeciendo, ¿no?

Esta noche es la noche


Ya no son peligrosos
Ya no son polémicos
Ya no son misteriosos
Ya no son (tan) salvajes
Ya no son odiados por tus padres y todas las figuras de autoridad…

Pero siguen siendo Kiss. Y esta noche lo van a volver a demostrar. Tengo mucha expectativa con este show y mi ansiedad crece minuto a minuto.

En instantes me junto con mis amigos y vamos para River. Ya no llegamos para Massacre ni para Molotov –aunque a quién le importa– aunque estamos a tiempo para ver a Las Pelotas y los Ratones Paranoicos. Quizás, guardemos las energías y nos quedemos en casa del Heavy para ver Boca - Godoy Cruz y salgamos con lo justo. Ya veremos.

Mañana mi reseña.

Obscenidad en las alturas


Anoche me junté con algunos compañeros de la primaria a cenar en la parrilla El 22 de Palermo. Como ya dije en oportunidad del anterior encuentro, tenía algunos reparos sobre la reunión, pero terminé pasándola realmente bien.

Uno de los puntos altos de la noche fue la aparición a último momento de Fabián I, hoy en día "exitoso empresario" y uno de los dueños de una famosa marca de ropa femenina, que se hizo llegar hasta la parrilla movido más por la curiosidad que por los recuerdos, ya que no se acordaba de ninguno de nosotros. Fue muy bizarro eso.

Otro momento importante fue cuando Mariano G nos invitó a visitarlo en su trabajo esa misma noche. ¿Y a qué se dedica el amigo? Bueno, es encargado de obra en el turno noche –creo que el puesto se denomina así, sepan disculpar si no soy del todo preciso en este punto– en la construcción del Château Libertador Residence.

Esta torre de 40 pisos enmarcada en el estilo Neo Academicismo francés –suplico a los arquitectos Julián o Demóstenes que por favor amplíen la información en este punto porque mi ignorancia es absoluta– se encuentra ubicada en Avenida Del Libertador y Campos Salles, a pocos metros del estadio Obras.

Aunque no está concluida aún, la recorrimos completa. Tiene piscina cubierta climatizada, piscina al aire libre con solarium, gym, spa, sauna húmedo y seco, cabina de masajes, vestuarios, salón de fiestas, lobby bar, salón de juegos para niños y adolescentes, jaula de golf y hasta peluquería. Y la vista desde el piso 40 es algo nunca visto, por lo menos para mí. Creo que si le pones un poco de onda, se llega a ver hasta África...

Mención aparte para los detalles de lujo, por ejemplo en el hall de entrada hay cuatro arañas traídas de la República Checa que cuestan 150 mil dólares cada una. En fin, todo bastante desmedido y obsceno, demasiado para mi gusto, pero no para Susana Giménez, Adrián Suar, varios futbolistas ricos de clubes pobres y todos los personajes que se mudarán al complejo a partir de junio.

La verdad que, aunque tuviera el dinero para pagar 2.400 dólares el metro2, como entiendo que se cotiza este edificio, no viviría ni en pedo en un lugar así…

¿Tuviste contacto reciente con algo tan lujoso como el Château? ¿Cuáles fueron tus sensaciones? ¿Vivirías en un lugar así?

La noche de la Bestia


La agenda estaba complicada. A la tarde, me esperaba una jornada de trabajo atrasado en casa. Después, fútbol en Belgrano con mis amigos de siempre. Le seguiría el primer tiempo de Argentina – Venezuela en el bar de la cancha, para luego enfilar a las duchas y trazar una ruta veloz hacia Vélez para llegar justo al show de Iron Maiden, en la segunda fecha del Quilmes Rock.

Y que fantástica es la sensación cuando todo te sale redondo, si hasta conseguí rápidamente un bonito lugar para estacionar a tres cuadras del estadio y obtuve mi espacio en la fila de ingreso mediante una maniobra no del todo honorable, pero que me aseguró la ausencia entre las 5 mil almas que seguían fuera del estadio cuando la banda ya había arrancado con Aces High.

¿Y qué pasó con Lauren Harris, Horcas, O' Connor y Sepultura? Bueno, mi excusa perfecta es que no se puede estar en varios lugares al mismo tiempo, pero en realidad mi negativa a ver a los teloneros de Maiden se debe a que más de un recital de heavy metal en una noche ya es demasiado para estos huesos rockeros. Lo viví en el último concierto de Motorhead en el Luna Park y me prometí que no volvería a experimentarlo.

Recuperando el eje de lo que nos reúne en este post, debo decir que, con una audiencia estimada en 42 mil personas, Iron Maiden dio un show al que me atrevería a definir como asombroso y mágico.

De entrada me alegró comprobar que el set list estaba lleno de clásicos de los primeros 80s, cuando Maiden significó mucho para mí. Así se sucedieron una tras otra gemas como Wrathchild, 2 Minutes to Midnight, Children of the Damned, Phantom of the Opera, The Trooper (con Bruce Dickinson vestido como un soldado de la Guerra de Crimea, y agitando una bandera británica), Wasted Years, The Rime of the Ancient Mariner (increíble el clima que lograron con este tema de 14 minutos, incluida la bruma y el crujir de los mástiles del barco), Powerslave, Run to the Hills, Fear of the Dark, Hallowed by the Name, Iron Maiden, The Number of the Beast (imagináte a 42 mil tipos gritando “666, el número de la bestia” con los puños en alto) y Iron Maiden, entre otros que ya me olvidé.

¿Qué más se puede decir sobre esta maquinaria perfecta que ya no se haya dicho y escrito? Sólo puedo expresar sensaciones. En ese plano, me impresionó ver a Steve Harris batiendo sus habituales récords de cantidad de notas por segundo. Este tipo fue uno de los ídolos de mi adolescencia y ahí estaba: aporreando su bajo, con la mirada amenazante y corriendo por el escenario como poseso. Increíble.

¿Y Bruce Dickinson? Cuando gritó por primera vez “Scream for me, Buenos Aires”, cerré los ojos y me encontré en la casa de mis viejos, con mis 15, quizás 16 años, escuchando el disco Live After Death, donde al clamor de “Scream for me, Long Beach”, la audiencia rugía, rendida ante la pericia de este front man de la vieja escuela.

También destaco el trabajo de las guitarras trillizas de Dave Murray, Adrian Smith y Janick Gers. Nunca fui fan de ninguno de los tres, pero qué capo hay que ser para que el sonido de tres violas no se vuelva una bola de ruido en una banda de estas características. Mención aparte para Nicko McBrain, que ya no le pega tan fuerte a los parches, pero que suple la edad con mucho –muchísimo– oficio.

Además, nos dimos el gusto de ver a Edward the Head o simplemente Eddie, la “mascota” de la banda, tanto en su versión momia –casi la misma que aparecía amenazante detrás de Nicko McBrain en las fotos internas de Live After Death– como en el modo futurista al estilo Somewhere In Time.

En definitiva, llegué a Vélez con una actitud muy superada, suponiendo que ya nada me sorprendería, y me encontré con seis tipos orgullosos de su origen, que nos llevaron en un viaje en el tiempo hacia el pasado de la agrupación más representativa del metal británico. ¿Pura nostalgia? Puede ser. Pero para despejar dudas, Dickinson ya avisó que la banda está plenamente activa, y que habrá nuevo disco en el 2010 y otra visita en el 2011.

Volví a mi casa destrozado, pero feliz. Estaba tan encandilado que me perdí en el viaje de vuelta pensando que estaba acortando camino y zafando de la congestión de Juan B Justo.

Aunque la verdad es que no me importó... ¿Viste cuando todo te sale redondo?

El regreso del Long Play


“La belleza en la compra de un LP solía ser que conseguías una obra de arte, algo en lo que alguien trabajó mucho para volverlo creativo, dinámico e interesante de mirar; y tal vez hasta podías ponerlo en tu pared. Ahora con los CDs, todo lo que ves es el nombre de alguien”.

Después de leer estas declaraciones de Paul Stanley, vocalista y guitarrista de Kiss, corrí a buscar mi disco importado de Rock and Roll Over. El mismo que guardo como un tesoro, el mismo que venía con el vinilo rojo. El único LP que me queda…

En este mismo momento, Kiss está grabando en forma analógica su nuevo disco, el primero en más de diez años. Y parece que hay entusiasmo, porque Stanley se animó a afirmar que la banda editaría el álbum en vinilo, si la demanda de la gente es suficiente como para justificar una locura semejante.

Creo que hasta me compraría un tocadiscos usado en Mercado Libre sólo para volver a escuchar a Kiss en vinilo.

¿Y vos tenés algún vinilo archivado por ahí? ¿Llegaste escucharlos?

Nueva imagen

Nadie me dijo aún que opina sobre la nueva imagen de mi perfil. Adoro la novela Frankenstein o el moderno Prometeo de Mary Shelley, y la interpretación que supo darle al personaje el genial Boris Karloff.

Me enternece como la abominable creación de Víctor Frankenstein sufre el rechazo y el desprecio en cada encuentro con los seres humanos, y cómo la criatura promete no volver a entrar en la vida de Víctor a cambio de que complete su obra y cree una compañera para él.

Esta imagen estuvo muy bien para el primer año de esta bitácora, pero se necesitaba un cambio. El retrato elegido para esta nueva etapa es el de Christian Bale en American Psycho.