El hombre de hierro no está tan oxidado


Has he lost his mind? Can he see or is he blind. Can he walk at all or if he moves will he fall? Is he alive or dead?, dice el comienzo de ese terrible himno de Black Sabbath llamado Iron Man.

Y sí, siempre es fuerte volver a escuchar ese tema, y más si se lo hace en vivo y cantado por Ozzy Osbourne, el tipo que inventó el heavy metal. Así, sin debates posibles: El tipo que, junto a Tony Iommi (guitarra), Geezer Butler (bajo) y Bill Ward (batería), deformó el blues hasta límites imposibles para convertirlo en esa masa oscura y opresiva que castigó tantos oídos durante los 70s.

Volviendo a Ozzy, el show en River arrancó poco antes de la 10:30pm, cuando las pantallas comenzaron a emitir un videoclip donde Ozzy parodiaba a series como The Sopranos y The Office, entre otros sucesos televisivos.

A esta altura yo estaba corriendo por la avenida Udaondo, moviendo mi panza a gracioso ritmo y deseando llegar cuanto antes, para no perderme el show y para terminar con semejante espectáculo. Lamentablemente esto no ocurrió hasta el comienzo del segundo tema, Bark at the Moon. O sea que me perdí I don’t want to Stop, poderoso exponente del último disco, titulado Black Rain, el cual descargué de Internet contra todos los anuncios que había realizado en ese sentido.

Avejentado (el 3 de diciembre cumple 60 años), pero con el carisma y el dominio de la escena intactos, Ozzy se dedicó a pasear por sus clásicos, ya que a I don’t want to Stop y Bark at the Moon, le siguieron Suicide Solution, Mr. Crowley, Not Going Away (este es nuevo), War Pigs, Crazy Train, Iron Man, Fire in the Sky, I don’t Know, Here for You (también nuevo), Change the World, Mama I’m coming Home y el festejadísimo Paranoid.

He leído por ahí que la voz de Ozzy también se mantiene intacta. Y esto es totalmente exacto, pero debo advertir a los desprevenidos que vean algún video del show que esa voz desafinada que van a escuchar es justamente lo que se entiende por “intacto”. Ozzy siempre ha desafinado, ahora y en 1970. Es su marca registrada y si afinara no sería Ozzy. ¿Me explico?

También tengo que destacar el solo de guitarra de Zakk Wylde. Luego de Crazy Train, el barbado violero se despachó con un crimen musical de 15 minutos, donde tocó con la guitarra atrás de la cabeza, con la boca y con quién sabe cuántas cosas más.

La verdad que, a esta altura de mi existencia, los guitar heroes me aburren un poco, y este solo fue demasiado. En mi opinión enfrió el show con tanto malabarismo efectista para enloquecer a un público, en gran parte neófito.

Sin embargo, el balance es muy positivo. Ozzy me sorprendió para bien. Se divirtió a más no poder (ya son clásicos sus baldazos de agua al público y a su propia cabellera), puso mucha cara de esquizoide como tanto le gusta a hacer, y nos deleitó con una hora y pico del mejor metal.

¿Qué más se puede pedir para un anti domingo?

Si querés ver fragmentos del show clickeá acá

Afilando los colmillos


El domingo voy a ver a Ozzy Osbourne, único plato fuerte del Quilmes Rock 2008, luego de la ausencia confirmada de Lenny Kravitz.

En la misma jornada tocan también otras bandas en las que no estoy demasiado interesado, por diferentes motivos: Korn (escuché muy poco), Rata Blanca (son aberrantes), Black Label Society (no los conozco) y Carajo (¿quiénes?).

Ozzy seguramente interpretará temas de su último disco Black Rain (que no compré, ni descargué, ni evalúo hacerlo) y apuesto a que se largará con los clásicos de su etapa solista e inolvidables gemas de Black Sabbath. Ese es el motivo de mi presencia en River este domingo.

No tengo demasiadas expectativas con respecto a este show. En los últimos años, Ozzy ha dado muestras de no estar en muy buena forma, tanto física como mental. Pero quizás me lleve una sorpresa y me olvide de sus últimos años al frente de ese reality lamentable: The Osbournes.

Aunque, comparado con Gene Simmons Family Jewels, protagonizado por Gene Simmons, bajista de Kiss, el reality de Ozzy parece un documental de la BBC.

Los Ramones muertos


Recién escuchaba Poison Heart de los Ramones en el programa Perros de la calle, de Andy Kusnetzoff, uno de los pocos tipos que hace sonar a esta banda, por lo menos de los que pueden escucharse en las radios comerciales (¿hay algo más comercial que la Metro?).

El punto es que, mientras sacudía un poco la cabeza (esas sacudidas de felicidad adolescente, primarias e imposibles de explicar), caí en la cuenta de que el único sobreviviente de los Ramones originales es el ex baterista y actual productor musical, Tommy Ramone (Thomas Erdelyi).

Joey (Jeffrey Hyman, voz) falleció el 15 de abril del 2001, en Nueva York; Dee Dee (Douglas Glen Colvin, bajo), el 15 de junio del 2002, en Hollywood; y Johnny (John Cummings, guitarra), el 15 de septiembre del 2004, en Los Ángeles.

Sobreviven también Marky (Marc Bell, bateria), Ritchie (Richard Reindhart, bateria) y CJ (Christopher Joseph Ward, bajo).

Nada más. Me abatí un poco pensando en esto y la felicidad adolescente se esfumó.

Algún día voy a escribir sobre los Ramones y cómo cambiaron mi vida.

George Romero está viejo


George Romero era uno de mis héroes, junto con John Carpenter, creador de esa obra maestra llamada Halloween. Son tipos que fueron bisagras en el género de terror, aportando ideas y más ideas, y mucho pero mucho oficio detrás de la cámara.

Pero ese mundo parece terminado y la última película de Romero, El diario de los muertos (Diary of the Dead), la pala que terminó de enterrarlo.

Uhh que dramático sonó eso…

Bueno, sin exagerar: El diario de los muertos es más de lo mismo, pero si fuera más de La noche de los muertos vivos (Night of the Living Dead) de verdad que no habría problema.

El tema es que no puedo sacarme de encima la sensación de que El diario de los muertos ya la vi en otras películas, y ni siquiera de Romero.

Se trata de otro exponente del cine predecible para adolescentes más predecibles aún. Con protagonistas lindos y prolijos o pseudos rebeldes, pero pulcros. Todos estereotipados hasta el hastío y circulando por una trama absolutamente obvia.

Ojo, Romero se quiso modernizar, tiene 68 años y querrá hacer algún dinero en el último trecho de su vida. Le sumó una estética al estilo El proyecto Blair Witch (The Blair Witch Project) o incluso a lo Cloverfield, es decir, filmada con una única cámara en mano, simulando el trabajo de un camarógrafo amateur; y todo bien al palo y muy efectivo.

Pero no alcanza.

La historia retrata a un grupo de jóvenes cineastas que se encuentra en los bosques de Pensilvania realizando una película de zombis. Es entonces cuando se dan cuenta que la vida real siempre supera a la ficción.

No está mal, pero no alcanza.

La verdad que a Romero lo que quiere hacer ya no le sale, y que tipos como Danny Boyle, con Exterminio (28 Days Later) lo hacen mucho mejor.

Así es la vida, George

América armada


Kyle Cassidy es fotógrafo y escritor por encargo desde 1999. Durante las elecciones presidenciales estadounidenses del 2004 se interesó por el tema de la posesión de armas en su país, y durante dos años recorrió casi 25 mil kilómetros a lo largo y ancho de EE UU retratando a familias y ciudadanos particulares junto a sus pequeños arsenales bélicos. Además, les preguntaba: ¿Por qué tienes un arma?

Con este curioso material publicó su libro Armed America: Portraits of Gun Owners in their Homes.

La Novia


Mientras que Edward sufría simplemente los nervios convencionales de la primera noche, Florence experimentaba un temor visceral, una repulsión invencible y tan tangible como un mareo.

La mayor parte del tiempo, a lo largo de todos los meses de alegres preparativos de boda, logró hacer caso omiso de aquella mancha sobre su felicidad, pero cada vez que sus pensamientos se centraban en un estrecho abrazo -era la expresión que prefería-, el estómago se le contraía secamente y sentía náuseas en el fondo de la garganta.

Florence sospechaba que había en ella alguna anomalía profunda, que ella siempre había sido distinta y que al fin estaba a punto de ser descubierta. Creía que su problema era más grande, más hondo que el mero asco físico; todo su ser se rebelaba contra una perspectiva de enredo y carne; estaban a punto de violar su compostura y su felicidad esencial...

Fragmento de Chesil Beach de Ian Mcewan.

El último viaje de Wes Anderson


Un Showcase de Belgrano desierto en Viernes Santo fue el escenario más que propicio para reencontrarme con el cine del amigo Wes Anderson. Y digo propicio, perfecto, idóneo, por esa sensación de tristeza en el ambiente que genera la soledad de los espacios que suelen estar superpoblados, y que tan bien encajan con la cinematografía de Anderson.

Viaje a Darjeeling (The Darjeeling Limited), sexto trabajo como director de Anderson, luego de Bottle Rocket, Academia Rushmore, Los excéntricos Tenenbaum, Vida acuática y Hotel Chevalier (cortometraje que sirvió de prólogo para Viaje a Darjeeling y que lamentablemente aún no tuve oportunidad de ver).

La película aborda la historia de tres hermanos: Francis, Peter y Jack Whitman (Owen Wilson, Adrien Brody y Jason Schwartzman) que, tras la muerte de su padre, se lanzan a un viaje espiritual en tren por la India. Francis es el que organizó todo y anhela que el final del trip se corone con la visita a su madre (Anjelica Huston), que los abandonó hace años y ahora es monja en un monasterio cerca del Himalaya.

A pesar de que no llegué a ver todos sus filmes, siempre sentí que para disfrutar del cine de Anderson había que conectar de alguna manera con su universo personal. Y en esta entrega creo que ese requisito es más necesario que nunca.

Cine de autor por donde lo mires, sus películas tienen un estilo propio y suelen girar sobre los mismos temas: Las relaciones familiares y de pareja, donde los personajes transitan el ridículo y el absurdo, como simple metáfora de nuestros propios comportamientos.

En Viaje a Darjeeling puede verse a Wilson, Brody y Schwartzman desarrollar sus personajes con su habitual eficiencia. Se ven tan reales, a pesar de las excentricidades que siempre rodean los guiones de Anderson.

Tampoco se puede dejar pasar la brevísima interpretación de Bill Murray, que apenas aparece en un par de escenas, al principio y al final; y de Anjelica Huston, que interpreta un ratito a la madre de los hermanos, pero que tiene tanta fuerza en la pantalla que no importa cuánto dure su participación.

Mención aparte para las imágenes de la India, y ahí es cuando se aprecia también la maestría de este tipo y, vale aclararlo, de su director de Fotografía, Robert Yeoman. Hay un par de escenas que te quitan el aliento por su belleza, sobre todo, una de un funeral, todo registrado en slow motion, que me emocionó demasiado. ¡Te odio Anderson!

En definitiva, Viaje a Darjeeling no es la mejor película de este talentoso tejano, y nadie duda que Los excéntricos Tenenbaum y Vida acuática son superiores, pero es imposible pasarla mal en el cine a pesar de su lentitud y algunas líneas de diálogos verdaderamente exasperantes.

Déjate caer


Déjate caer
la Tierra es al revés
la sangre es amarilla
déjate caer

El viento ya no sopla
la boca bien cerrada
amárrate los pies
piensa en tu madre
y déjate caer

Mira al cielo ceder
y a la tierra después
vuelve a creer
la sangre es amarilla
déjate caer

Las olas ya no mojan
la ira de las rocas
amárrame otra vez
un beso a mi madre
y déjame caer

Mira el cielo ceder
y a la tierra después
vuelvo a creer
la sangre es amarilla
déjate caer

Consuélame otra vez
porque no pienso volver
el suelo tiene sed
la vida es imprecisa
déjate caer

Las horas no demoran
a mi alma desertora
explícalo muy bien
se abre la tierra
el cielo está a mis pies.

(Los Tres)

El hongo nuclear



El 24 de agosto de 1968, Francia realizó una prueba nuclear en el atolón de Fangataufa, perteneciente a la Polinesia Francesa, en lo que se llamó Operación Canopus.

Se detonó exitosamente una bomba termonuclear de dos etapas que liberó una energía de 2,6 megatones. El hongo nuclear alcanzó una altura de 23,4 kilómetros.

Más fotos

La bella imagen de un suicidio


En mayo de 1947, Evelyn McHale, de 23 años, se arrojó al vacío desde el mirador del piso 86 del Empire State Building, en Nueva York, tras ser abandonada por su novio. Cayó sobre el techo de una limusina que en aquel momento estaba vacía.

Evelyn dejó una nota de suicidio en la que escribió: “Él esta mucho mejor sin mi… Yo no seria una buena esposa para nadie”. La mano izquierda de la chica, ya sin vida, parece acariciar su collar.

Un estudiante de fotografía llamado Robert Wiles oyó el impacto, salió a la calle y tomó la instantánea que vemos. Esta fue publicada el 12 de mayo de 1947 en la portada de la revista Life.

Andy Warhol realizó en 1963 un cuadro con la imagen, titulándolo 1947-White.

Mi tío Ernesto tenía un sifón Drago


No sé si alguien todavía come con el sifón de soda en la mesa, al elegante estilo de los Campanelli o los Benvenuto, esas dos familias catódicas con apellidos y modales italianos que transitaron la comedia costumbrista en la televisión argentina.

Bueno, en mi casa se comía en el sifón de soda en la mesa, pero la verdad es que eran sifones comunes, de esos que traía el sodero cada no sé cuántos días y que mi mamá guardaba prolijamente debajo de la pileta de la cocina.

En cambio, mi tío Ernesto tenía un sifón Drago…

¿Qué era un sifón Drago? Era un cohete de acero inoxidable y diseño retro-futurista, al que se llenaba con agua y se le cargaba el gas en forma manual. Vos le cargabas el gas que querías, 30 años antes de que alguien se le ocurriera inventar el “agua levemente gasificada”.

A mi me fascinaba el sifón Drago. Parecía el cohete de Abbott y Costello van a Marte, una comedia de ciencia ficción que, en realidad, los situaba en Venus y que me cansé de ver en Sábados de súper acción, cuando era muy pendejo para darme cuenta que la guardia venusina de la película era Anita Ekberg y ni soñaba con que Canal 11 podría llamarse algún día Telefe.

Bueno, el punto es que mi familia vivía en el 1ºB, y mi tío Ernesto, mi tía Esther (hermana de mi papá) y su sifón Drago vivían en el 1ºA. Era un flash verlo en el medio de la mesa, a punto de despegar y llenarle de fuego y humo las milanesas del mediodía.

En fin. Lo importante en toda esta postal de mi vida es que el querido sifón sigue dando batalla: http://www.dragosifones.com.ar/

Magnetismo animal crepuscular


Una de mis actividades preferidas en mi viaje a Cartagena eran las caminatas por la playa a la hora del crepúsculo. Me sentía como Kwai Chang Caine en la serie Kung Fu y de hecho, si me concentraba, hasta creía escuchar la musiquita con la que todos identificamos a la tira protagonizada por David “Kill Bill” Carradine.

En una oportunidad, caminaba abstraído en mis propias reflexiones cuando se produjo el siguiente diálogo con otro Kwai Chang Caine solitario y crepuscular, aunque un poco más excedido de peso que yo, si acaso eso es posible.

Desconocido: Oye ¿tienes hora?
Yo: Creo que son más de las 7:30, pero no tengo reloj
Desconocido: ¿Ah, eres argentino?
Yo: Sí
Desconocido: Por allá también hay una argentina. ¿Estás con ella?
Yo: No
Desconocido: ¿Quieres compañía?
Yo… (silencio de incredulidad y asombro)… No
Desconocido: Bueno, adiós
Yo: Chau, suerte

Veo que mi magnetismo animal se mantiene intacto a pesar de los años...

A solas con todo el mundo


La carne cubre el hueso
y dentro, un cerebro
a veces un alma
y las mujeres arrojan jarrones contra las paredes
y los hombres beben demasiado
y nadie encuentra al otro pero siguen buscando
de cama en cama

La carne cubre el hueso
y la carne busca algo más que carne
No hay ninguna posibilidad
Estamos todos atrapados por un destino singular
Nadie encuentra jamás al otro

Los tugurios se llenan
los vertederos se llenan
los manicomios se llenan
los hospitales se llenan...
las tumbas se llenan

Nada más se llena

(Charles Bukowski)

Gracias a Verónica de La dulzura de septiembre por el aporte.

Stormtroopers en acción

En el canal doméstico de Fox en EE UU hay un reality titulado Cops, que se me ocurre debe ser muy similar a nuestro Policías en acción.

Encontré en YouTube esta parodia titulada Troops, por los Stormtroopers de Star Wars.

Me pareció bastante original, aunque un poco larga y en inglés sin subtítulos.

Si tenés paciencia y tiempo. Enjoy it.

Sin lugar para los débiles


“Les queremos dar las gracias a los miembros de la Academia por dejarnos seguir jugando en nuestro pequeño rincón del arenero”, dijo Joel Coen, junto a su hermano Ethan, cuando subieron a recibir, de manos de Martin Scorsese, el Oscar al mejor director por Sin lugar para los débiles (No Country for Old Men), en la madrugada del lunes 25 de febrero.

Me encantó ver a los Cohen recibir el premio. Lo tomé como una revancha, tanto para ellos como para mí, porque siempre fueron un tanto despreciados por el establishment de Hollywood y siempre fui un gran fan de sus películas.

Basada en la novela No Country for Old Men de Cormac MacCarthy, el filme transcurre en la inmensidad y soledad del paisaje de Texas mientras relata la historia de un sheriff (Tommy Lee Jones) que observa azorado la nueva realidad que le toca vivir, donde los crímenes por drogas, los mafiosos mexicanos y la violencia creciente, le recuerdan que su pueblo ya “no es un lugar para los viejos”.

Bajo este árido paraje, la historia arranca con un cazador (Josh Brolin) que se topa, en el medio de la nada, con las secuelas de una batalla entre narcos y un maletín con dos millones de dólares.

Quedarse con este dinero mal habido, fue su peor elección, ya que será cazado por un psicópata (Javier Bardem) cuya misión es recuperar el maletín sin importar cuantas personas tenga que cargarse en el camino. Varios pasos atrás, avanza el sheriff, quien intentará protegerlo en esta última cruzada antes de su retiro.

No cuento más.

En una suerte de western contemporáneo, Sin lugar para los débiles transcurre con un nivel narrativo quizás muy lento para algunos aficionados al cine estadounidense, con largas escenas y silencios en los inhóspitos parajes de Texas, y con un minimalismo estético a contramano de los códigos del Hollywood moderno (por eso sorprende tanto su triunfo).

Creo que es una película hermosa, triste, violenta y melancólica. Todo el mundo habla del papel de Javier Bardem, y admito que está muy bien en el personaje, con esa expresión que provoca escalofríos. Pero también destaco a Tommy Lee Jones, al que no recuerdo haberlo visto actuar con tanta naturalidad. No puedo pensar en otra persona para el papel del sheriff, con esa expresión de tristeza y desencanto, bajo ese manto de arrugas sureñas.

Algunos se quejaron del final y se sintieron estafados. Yo creo que es perfecto.

Gran película.

Twisted Sister


Mientras estaba en Cartagena me enteré que el domingo 2 de marzo hubo tornados en el Río de la Plata, a 200 metros de la costa de San Isidro.

Me pareció una exageración típica de los argentos.

Pero hoy miraba mails viejos que nunca llegué a abrir y me topé con fotos como esta que ilustra la entrada.

Estoy impresionado.

¿Querés tener razón o ser feliz?


"El perfume de la siesta es la redención", “Nadie tiene que perder”, "Toda víctima es secretamente un victimario" y la última, ¿Querés tener razón o ser feliz?, son algunas de las frases que se han visto escritas en el puente de Córdoba y Juan B. Justo.

¿Quién es al autor de estas reflexiones urbanas? No tengo respuesta para este interrogante, no por ahora.

Sí me resulta más claro el objetivo: Simplemente invitar a rumiar un rato, a una pausa que sacuda el automatismo diario en una de las avenidas más predecibles y aburridas de esta metrópoli.

Y lo logran. Cada vez que Córdoba cruza las vías del Ferrocarril San Martín levanto la mirada para ver si la máxima fue renovada, ansioso de ser invitado nuevamente a este extraño rito.

¿Mi frase preferida?: "Toda víctima es secretamente un victimario", lejos la mejor. Si hasta la he usado en alguna sobremesa etílica post asado, dejando atónito a algún interlocutor ocasional.

Le doy las gracias al autor por hacerme parecer inteligente.

Me caía bien Guinzburg


Ya todos saben que hoy falleció Jorge Guinzburg a raíz de una infección pulmonar que se complicó en las últimas horas.

Aunque la mayoría son olvidables, algunos de sus programas fueron absolutamente innovadores, como Semanario insólito y La noticia rebelde, con otros dos que se fueron hace poco, Carlos Abrevaya y Adolfo Castelo, junto a Nicolás Repetto y Raúl Becerra.

Trabajó también en las revistas Humor y Satiricón, y fue guionista junto a Héctor García Blanco y Carlos Abrevaya, de la historieta Diógenes y el Linyera, que se publica en el diario Clarín.

Fue versátil tanto en la gráfica, como la radio y la televisión, además de humorista y productor de teatro. Se dio todos los gustos.

Pero más allá de todas sus facetas, creo que lo recordaré por sus filosas entrevistas, preguntando lo que fuera necesario sin importar quién fuera el interlocutor. La verdad que me caía bien este tipo.

Nicolás Repetto, personaje al que detesto, dijo sin embargo algo grosso sobre Guinzburg: “Era un tipo que se morfó la vida”.

No se me ocurre una mejor manera de que te recuerden.

Cromagnon sobre ruedas


No tengo ganas de aportar demasiado sobre este tema, no puedo ni quiero superar la avalancha informativa que nos aplasta desde el domingo.

Sí se me ocurre una reflexión, que no entiendo por qué los medios están dejando pasar, no entiendo el por qué de tanta miopía intelectual.

Ahora el villano es el chofer que cruzó la barrera baja, negligente, ignorante, etc. etc. etc. Al igual que con el caso Cromagnon, donde parece que el único culpable fue Omar Chabán, o el de LAPA, donde los pilotos fueron los malos de la película, seguimos errando el análisis.

Empresarios amorales, con ánimos de lucro descontrolados, y un Estado absolutamente inexistente, que no cumple ninguna de sus funciones… ¿ahí no hay responsabilidad?

¿Por qué nadie dice que los choferes de las empresas como El Rápido Argentino pasan días arriba del ómnibus, durmiendo mal y en el propio lugar de trabajo?

¿Qué diferencia hay en este caso con los bolivianos que comen y duermen en los talleres textiles, justo al lado de las máquinas donde trabajan no sé cuántas horas por día? No veo diferencias.

Los accidentes de tráfico son una de las principales causas de muerte en Argentina, con un promedio de 22 fiambres diarios. ¿El Estado no tiene la culpa de esto? Un Estado que no controla, no arbitra y no educa no puede esperar otro resultado más que esta estadística.

Y después sale Cristina Kirchner a hablar por los medios y a lamentar lo ocurrido, pidiendo que “se respete la vida”.

Que siga el circo.

Mojitos en el Café Havana




No conozco La Habana, pero al igual que Cartagena (que sí conozco), esta ciudad me remite a puertos llenos de misterio, a aventuras en el Caribe, a caderas que se mecen al ritmo de una música exótica y a toda la cultura mestiza (española y africana) que se respira en cada uno de sus barrios.

Ese es el ambiente que se vive en el Café Havana (sí, con V corta, no me pregunten por qué) en Getsemani, donde pasé varias noches escuchando a los músicos más salvajes y saboreando exquisitos mojitos, y algún que otro Cuba Libre.

El lugar derrocha onda, con una barra de madera espectacular, y las paredes decoradas con fotos de los máximos exponentes de la era dorada de la música cubana.

Gratos recuerdos. Volveré.

El iPhone es horrible y no lo quiero


En Panamá está ubicada la Zona Libre de Colón, la zona franca más grande del hemisferio occidental y la segunda más grande del mundo. Debe ser por eso que hay tanta oferta de productos en el aeropuerto a un precio bastante razonable.

En especial, parece ser La Meca de los tecnófilos itinerantes. Hay de todo.

En lo que respecta a mi, estoy bastante curtido en estas lides, y ya no me afecta tener en la mano todos estos chicles que no puedo ni podré comprar.

Sin embargo, hubo dos que alteraron este equilibrio zen en mi interior: Los iPhone e iPod Touch, ambos de Apple.

El teléfono móvil se vende a un precio de US$859 (te lo roban en Buenos Aires, y mejor optá por el suicidio). Es un poco grande para mi gusto, pero todo un prodigio del diseño.

Por su parte, el iPod Touch se vende acá en dos capacidades de disco rígido: 16Gb (US$539) y 8Gb (US$399), precios bastante absurdos, teniendo en cuenta que el iPod Classic cuenta con 160Gb y cuesta sólo US$479; ¡pero qué lindo es y qué maravilla todas las funciones que trae!

Aclaración: La foto que subí no fue sacada en el aeropuerto porque, ironías del destino, mi cámara dejó de funcionar imprevistamente.

Panamá vía Copa


Me encuentro en este momento en el aeropuerto de Panamá, esperando por mi vuelo de Copa Airlines que me llevará a Buenos Aires.

No es la primera vez que conecto otro vuelo en esta estación, pero sí es la primera vez que puedo recorrerlo con tiempo. La verdad que observando todo lo que fluye a mí alrededor, debo decir que Ezeiza es lamentable.

Ojo, entiendo que este aeropuerto tiene una ubicación especial que lo vuelve punto de conexión para los vuelos de todo el Caribe, norte de Sudamérica, sur de EE UU, etc. Así que tiene sentido que el tamaño y el movimiento de pasajeros sea importante.

Ezeiza en cambio, no conecta nada. Esta en un país ubicado en el culo del mundo, que además, no tiene mucha población y donde no existe gran movilidad interna, por lo menos no en avión.

De nuevo. Ezeiza es patético. Debe ser el aeropuerto con mayor concentración de promotoras de Assist Card (y similares), plastificadores de equipaje y remiseros truchos en todo el universo.

¿Debería importarme? No, en absoluto.

Sigo el recorrido por el aeropuerto. Mucha venta de electrónica de avanzada, muchos argentinos preguntando por camaritas, laptops, celulares y el magnífico iPhone, algo de perfumes, cosméticos y ropa, y pocos lugares para comer, lo cual es un punto negativo porque tengo hambre.

La gente. De todo el Caribe. También muchos yanquis con apariencia de jubilados que vienen a gastar sus dólares a Panamá, y otros, más jóvenes, con ganas de vivir "la vida loca" en estas tierras.

Ah, la vista de la ciudad desde el mar es deslumbrante.

La pesadilla ambulante


Una de las características de las playas de Cartagena es la presencia de vendedores ambulantes. La verdad que es algo bastante bizarro. Te ofrecen de todo: Artesanías, comida, bebidas, ropa, lentes, souvenirs, masajes, viajes, fotos, chicas, drogas... Todo se consigue.

Los primeros días, hasta que comprendés el código del lugar, es complejo caminar por la playa sin que te vuelvan loco con todo tipo de ofrecimientos, aunque eso sí, siempre con la mejor onda.

Al final encontré un yeite infalible: Hay que evitar el contacto visual.

Pasaba esto: Alguien se acerca y ofrece su producto, y yo le digo gentilmente que no, que no estoy interesado, que gracias de todas maneras, etc, etc, etc. Ahí estaba el error. Hay que mantenerse razonablemente serio y mover levemente la cabeza en signo de negación, o directamente ignorarlos, como si no se entendiera el idioma.

La verdad que es horrible, esta onda no va conmigo, pero sino se complica bastante el paseo.

Argentina potencia


Este simpático letrero pertenece a una suerte de parrilla que hay a pocos metros del hotel donde estoy hospedado en la zona de Boca Grande.

Evidentemente, la influencia argentina por el mundo es increíblemente avasallante.

Ah! Decidí visitar el establecimiento, no porque extrañe la comida argentina, sino porque me moría por saber qué entendía esta gente por “estilo argentino”.

Antes de pedir la comida se me ocurrió amenizar la espera con unas empanadas de carne.

... Y terminé comiendo fideos al pesto en un boliche de enfrente.

El Caribe no es tan caluroso



Olvidé avisar que estoy en la bellísima ciudad de Cartagena, Colombia, desde el 25 de febrero. Que torpe de mi parte.

Vine a cubrir una exposición de televisión paga y comunicaciones, y aproveché para quedarme una semana de vacaciones.

Iba a subir una despedida, pero por algún motivo lo olvidé. Después escribí algunas líneas en el aeropuerto de Panamá, mientras esperaba la conexión de Copa Airlines para Cartagena, pero la vorágine del trabajo me hizo desistir de la tarea.

Ahora estoy más tranquilo y subiré algunos comentarios nocturnos sobre: Mujeres, comida, cultura, mujeres, costumbres, curiosidades, mujeres, anécdotas, aventuras, mujeres…

Tampoco esperen mucho. Estoy tan insolado que no puedo hacer demasiado. De todas maneras, en Cartagena no hace más calor que en Buenos Aires en verano y el sol lastima mucho menos. Garantizado.

Por ahora les adelanto un par de datos:

Cartagena está localizada a orillas del mar Caribe y es uno de los epicentros turísticos más importantes de Colombia. Asimismo, es el segundo centro urbano en importancia de la zona, después de Barranquilla, y la quinta ciudad de la nación.

Wow. Fascinante.